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El Condado de Égara


Blog / El Condado de Égara



Terrasa, la antigua Egara romana y Egosa ibérica, es hoy una ciudad dormitorio distante veinte kilómetros de Barcelona. En la parte alta del municipio, asomado al parque, el viajero encontrará uno de los más antiguos complejos devocionales de la Península Ibérica. Lo componen las iglesias de San Pedro (siglos VI-VII), Santa María (ábside del siglo IX y retablo de pirra policromado del siglo X) y San Miguel. Un conjunto monumental único en Europa.

Los estudiosos han desmenuzado las partes constitutivas de estos templos y escudriñado cada sillar, cada arco de herradura, cada columna y cada capitel sin llegar a un acuerdo sobre si son visigodos o carolingios. Lo único cierto es que en su origen pudo ser un baptisterio y que su cuchitril subterráneo apunta a cripta martirial.

Las tres iglesias se edificaron cerca de la antigua Egara romana (de la que todavía se conservan restos como un pedestal de una estatua dedicada al emperador Antonino Pío) como sede del obispado de Égara constituido hacia el año 450 y que perduró hasta la invasión musulmana en el siglo VIII.

El templo funerario de San Miguel es el edificio menos modificado que ha llegado hasta nuestros días. Conserva su estructura original, la cripta y las pinturas murales del ábside, del siglo VI, únicas en el mundo en su género. La iglesia de Santa María, construida en estilo románico a partir de la antigua Catedral de Égara, conserva también pinturas murales de la misma época. En el pavimento de su exterior se pueden ver algunos restos de sus muros y columnas.

La iglesia parroquial de San Pedro sufrió también notables transformaciones en los siglos posteriores a la época del obispado de Égara, algunas de ellas remarcadas en el pavimento o en los restos de muros de su construcción original. En el exterior, en el espacio denominado Campo de las Almas, se pueden ver numerosas tumbas de diversas épocas, así como el lugar donde se ubicaba el pozo que daba agua al baptisterio cristiano.


La triada de templos, cuyo conjunto está declarado Monumento Nacional, presenta una mezcla de estilos que van desde el prerrománico al barroco, pasando por el románico y el gótico. En la actualidad se tramita su candidatura para que la Unesco lo considere Patrimonio de la Humanidad. Bajando por el torrente de Vallaparadís, en una recogida plaza, se alza la torre del Palau, único vestigio del antiguo castillo.

Terrassa tiene un pasado prehistórico (paleolítico y neolítico) y romano que se explica en el museo arqueológico del castillo-cartuja de Vallparadís (siglo XII, muy remodelado con posterioridad), pero también ofrece al viajero joyas de la arquitectura modernista como el Vapor Aymerich, Amat i Jover, actual Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña (1907), la Masía Freixa (1907), la Casa Alegre de Sagrera (1911), el edificio del Ayuntamiento (1902), el Gran Casino (1920), el Teatro Principal (1920) y el Parc de Desinfecció (1920)

Terrassa ha vuelto a ser sede episcopal desde 1994, lo que ha promocionado a catedral a la antigua iglesia del Espíritu Santo, una obra que armoniza muy distintos estilos sin perder la dignidad y la gracia. El templo original era gótico (siglo XVI), pero en 1918 se le añadió un atrio de acceso neogótico que sufrió mucho durante la Guerra Civil y hubo de ser remodelado en 1994 con la adición de esculturas de apóstoles de Nicolás Carballo.


Terrassa, que comparte con Sabadell la capitalizad de la comarca del Vallés Occidental, es hoy una activa ciudad y moderna que combina su notable pasado con su condición de capital del jazz y de plaza cartelera. Durante el siglo XIX Terrassa fue protagonista de la revolución industrial. De esta época se conservan ejemplos de su arquitectura, como la chimenea de la antigua Bòbila Almirall, la más alta del mundo con escalera exterior.


Antes de abandonar la localidad resulta conveniente visitar también el interesante Museo Textil, que expone el brillante pasado de la industria local del tejido. La Terrassa contemporánea ofrece una oferta muy diversificada al viajero. Desde buenos alojamientos para pernoctar a diferentes opciones de ocio. Si al viajero le acompañan las fuerzas, puede visitar bellos pueblos de factura medieval de la provincia de Barcelona como Mura o Rupit.

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